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La Barraca
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por Silvia Rodríguez
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Desgarradora novela de uno de los máximos representantes del naturalismo en la novela española, como fue Vicente Blasco Ibáñez quien, como valenciano, va a dejar plasmada en su extensa obra las duras condiciones de vida de los más desfavorecidos de su tierra; como en este caso, reflejará las penosas condiciones de trabajo del campesinado que malvive en las denominadas "barracas", como son conocidas en la huerta valenciana a las casas de labor hecha de adobe, caña y paja.
Destacan de ella la descripción minuciosa de los paisajes, modos de vida y formas de ser de los personajes, elementos característicos de las obras de este movimiento literario: Blasco Ibáñez nos traslada al día a día del discurrir de las sencillas vidas de los campesinos, y casi podemos ver los amaneceres y atardeceres, tocar la tierra labrada entre las manos, sentir el frío y el calor, oler lo que se cocina en las humildes cocinas, degustar los alimentos... es tal el realismo que desprende cada una de las páginas del libro que fácilmente podrá el lector trasladarse a la Valencia campesina del siglo XIX.
La historia va a mezclar la dureza y la rudeza de la vida en el campo con una amalgama de sentimientos mezquinos y ruines: envidias, venganzas, desolación y muerte van a rodear la aparentemente tranquila vida de una familia recién instalada en una de estas "barracas", cuyo único delito va a ser el de ser honrados y luchadores, el de buscar a toda costa una vida mejor para todos ellos a base de duros sacrificios, pero en donde van a encontrar la total y cruel oposición del resto de sus vecinos, quienes no verán con buenos ojos su incipiente y merecida prosperidad: en un entorno tan hostil, las desgracias personales se irán sucediendo una detrás de otra.
La envidia, ese mal que, dicen, nos caracteriza a la mayoría de los españoles, tendrá en esta obra su máxima expresión.
Por lo demás, es un gozo leer "La Barraca", ya que, como anteriormente se ha dicho, nos traslada a otro lugar y otra época sin movernos de casa, fluyendo con cada uno de los sentidos por aquellos paisajes del campo valenciano, con todo lo duro pero también lo bello que en sus gentes pudiera haber: la humildad, nobleza y sabiduría popular de la mayoría de ellos, o lo más bajo de la crueldad humana de unos pocos.
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