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Jefe De Estación Fallmerayer
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por Juan Carlos Eizaguirre
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A pesar de fallecer relativamente joven en 1938 en París, la obra de Roth es muy extensa y variada, abundando sobretodo la novela. He dicho lo de su muerte adelantada teniendo en cuenta lo poco avanzada que estaba todavía la medicina en los años en que vivió. Era por tanto normal que hombres de 45 años (como él) murieran de enfermedades que hace ya algunos años tienen en nuestro tiempo total y fácil curación.
Es curioso esto, porque Joseph Ruth no es el único autor literario que deja una vasta producción con muy pocos años de vida. Casos similares hay, por ejemplo en la música y en otras profesiones de la vida, incluida la maternidad.
Pero introduzcámonos en esta breve novela que nos ocupa. Primero debo decir que dudo en llamarla novela y quizá denominarla relato; un relato largo eso si, pero que, aparte de la extensión posee una estructura narrativa y un estilo argumentativo más propio de lo que antes se llamaba un cuento y que hace unos años ha devenido en llamarse relatos. Aunque debo decir en honor a la verdad que para muchos expertos esto no es totalmente cierto, y opinan que por un lado sigue existiendo el cuento y por otro tiene su vida el relato, ambos perfectamente distintos y definidos.
Sea lo que fuere, novela corta o relato, Roth nos da una lección magistral del buen escribir. No es de estos aviones Antonov de carga que tardan y tardan en coger altura para llegar a su velocidad de crucero. No. Desde el primer momento el lector se ve interesado por la figura de este oscuro jefe de estación de un remoto lugar de Austria. Y lo consigue porque mezcla sabiamente su retrato psicológico, con pinceladas sueltas pero firmes, con un argumento aparentemente monótono, pero que a las pocas páginas adquirirá tonos de verdadera aventura introduciéndose en el terreno de lo onírico. Pienso que sin este tono de fantasía, de ensoñación el relato de Roth no hubiera ganado la fuerza y expresividad que posee.
Y aunque en el fondo se trate de la reprobable historia de un adulterio, el tinte onírico, irreal, nos hace pasar como de puntillas sobre este hecho nuclear del relato.
Quizá resulte una frase mostrenca, pero la obra entera de Roth es literatura de la buena, y la presente obra es una pequeña y breve joya que les animo a leer: corta y barata.
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