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Jaime I El Conquistador
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por David Yagüe
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Valencia, 1238. Un inmenso ejército comandado por el Rey Jaime I de Aragón y formado por cruzados llegados de todos los rincones de Europa siguiendo las órdenes del Papa, aguardan para tomar la hermosa ciudad que los musulmanes consideran el paraíso terrenal. Y pese al título, el protagonismo de esta novela recae en mayor medida en el emir Zayyán ibn Mardanish de Valencia y su corte, compartiendo el rey aragonés parte de protagonismo sólo en la segunda parte de la obra. Ferrán Cremades ha escrito una crónica de una muerte anunciada con el sitio de Valencia, pintando una civilización superior, bella y decadente, incapaz de responder al avance de sus vecinos del norte. Es el fin de una época encarnado en el frívolo e incompetente emir Zayyán, más preocupado por los placeres terrenales que de la defensa de su ciudad, al que bien se le podía aplicar la famosa frase que le espetara, más de dos siglos después, la sultana Aixa a su hijo Boabdil, último rey de Granada: “llora como una mujer, lo que no supiste defender como un hombre”. Un personaje trágico y patético, en contraste con su némesis el rey Jaime el Conquistador, un monarca inteligente, cruel, ambicioso y resoluto. Con un estilo florido y plagado de metáforas (algunas de ellas bastante repetidas) el autor opta por el punto de vista de los musulmanes en esta larga novela. A través de sus páginas, nos describe la ciudad de Valencia, el difícil mosaico de convivencia formado entre facciones islámicas (almohades, árabes, andalusíes), judíos y cristianos; su corte llena de barroquismo, lujo, traición y frivolidad; y, por último, su brutal asedio, plagado de batallas, sangre y humillación. Abandonada por todo el Islam y dirigida por líderes cobardes e incapaces, Valencia se ve abocada a una destino del que no puede escapar.
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