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Erotismo. La Cultura Libertina
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por Lydia Rodríguez
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Las líneas más prohibidas, censuradas y proscritas se encuentran aquí, a modo de original inventario, en la obra Erotismo. La Cultura Libertina. Su autor, Rubén Solís Krause, veterano director de colecciones eróticas, nos presenta el más sugerente y voluptuoso viaje a través de la cultura erótica de Oriente y Occidente, donde lo anecdótico y literario alterna con las ilustraciones más provocativas en pintura, fotografía, cómics, grabados, fotogramas…etc.
Lo erótico nos acompaña desde la más lejana Antigüedad y, como muestra, basta observar los originales dibujos que ya decoraban las ánforas y platos del mundo grecolatino, con sus ingentes falos y escandalosas escenas, de orgías y cópula, tanto heterosexuales como homosexuales. Pero, con una salvedad, tal y como advierte Solís: "la idea de la pornografía era totalmente ajena a la mentalidad de los griegos y los romanos, que situaban estas imágenes en el plano de lo religioso, lo humorístico, lo trágico, lo político y lo satírico, pero nunca en el de lo prohibido o clandestino."
Obras como Lisístrata de Aristófanes o El Arte De Amar de Ovidio, representan una fuente de instructivos y agudos consejos que, como en el caso de El Arte De Amar, apenas han perdido vigencia.
El nacimiento y posterior expansión del Cristianismo, trajo de su mano la censura, la mesura y la corrección. Un período, hasta el místico y ascético siglo XIV, en el que la sensualidad no se había marchitado, pero sí permanecía un tanto adormilada. Sin embargo, se celebra la publicación de títulos como el Decamerón de Boccaccio –cuyo éxito se debe no sólo a su contenido sino también a ser uno de los primeros libros impresos– y Los Cuentos De Canterbury de Geoffrey Chaucer. Curiosamente, muchas de las historias de esta época las protagonizan curas y monjas, que, con su conocida abjuración del placer, confieren a las narraciones un toque de disparatado erotismo.
Ahora bien, si, como declara el autor, existe un escritor que encarne el espíritu dionisíaco y libertino, ése es sin duda François Rabelais, un verdadero hedonista que celebra y disfruta del placer en sus múltiples opciones. España, por su parte, al no ser "terreno propicio para un Rabelais o un Aretino", nos dio la figura del Arcipreste de Hita, quien, "con su Libro Del Buen Amor, fue lo más parecido a un provocador avant la lettre, y esto le costó serios disgustos."
Muchas de estas obras literarias –como Fanny Hill y El Amante De Lady Chatterley– despertaron las iras de la censura y pasaron a la historia no sólo por su contenido sino también por ser protagonistas de juicios, tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, que desembocaron en el fin de la censura y la reafirmación de la libertad de expresión.
El hecho de abordar el erotismo desde diferentes disciplinas, hace de esta obra no sólo una original guía sino un completísimo inventario sobre el arte del erotismo. Nombres como el de Rembrandt o Durero se incluyen en la nómina de autores que dirigieron su ingenio a la creación de grabados o cuadros que se consideran algo más que eróticos.
El libro de Rubén Solís Krause recoge de una forma muy completa buenas muestras de la heterogeneidad de la cultura libertina. Y lo hace sin excluir formas como las del cómic erótico o hentai, los videojuegos y la realidad virtual, que abre todo un repertorio de nuevas y eróticas posibilidades.
Resta sólo decir que, como consejo para obtener un óptimo rendimiento de esta lectura, la arriba firmante recomienda disfrutar de estas páginas en un relajado ambiente y junto a la más prometedora de las compañías.
Feliz lectura.
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