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En El País De Las Vacas Sin Ojos
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por Alicia Acosta
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Escribir es como viajar: la forma más
sencilla de gozar y sufrir mucho en el menor
espacio de tiempo. La forma complicada es el amor.
Viajar es también la única manera de
prolongar la vida. No podemos aumentar la duración
de nuestra vida ni un solo día, sin embargo, en el viaje,
los días parecen meses, y los meses, años.
Nadie puede vivir sin un sueño. El mío era
recorrer el mundo y cantar las injusticias, pero no es
fácil entrar de puntillas en el territorio sagrado de la
palabra. Vine a India a atrapar un sueño, y la India
me devolvió, como en un espejo, mis pesadillas.
Eugenia Rico
Hace un mes yo también caminaba por el país de las vacas sin ojos, India, ese maravilloso trozo de planeta, tan increíble como predican los lemas publicitarios de sus oficinas de turismo. Apenas recién llegada, sin la sensación interna de estar de nuevo en casa, alguien me dio a beber este libro – tiene que ser durillo – me dijeron, y con el ansia de revivir aquellos extraños caminos (como viajera y como mujer), me lancé a su lectura. – ¡Vaya sorpresa! – pensé apenas abrí sus páginas y comencé a leer. En ese momento comenzó todo. "En El País De Las Vacas Sin Ojos" es un maravilloso viaje por este fantástico país: Delhi, Jaipur, Benarés, Agra, Jaisalmer, Goa, Bangalore....y, por supuesto, esa fantástica tierra olvidada, esa tierra de nadie, donde dicen estuvo el Paraíso, que es Cachemira, tierra de conflictos y de sangre. Eugenia Rico nos presenta a la muchacha de rojo y al periodista de una sola pierna, que nos guiarán paso a paso por este increíble trayecto a través de las montañas, de las ciudades, de los templos, de las personas, de las creencias y de las esperanzas. Cada palabra nos enseña algo tan nuevo y tan desconcertante que nos deja boquiabiert@s ante ese modo tan diferente de ver la vida, tan complejo y sutil a la vez. Sinceramente, yo también me he quedado con la boca abierta, por la fidelidad y la dulce crudeza con la que Eugenia Rico nos cuenta esa realidad tan difícil de encuadrar en un lenguaje que no es el suyo, tan difícil de explicar y mucho más por escrito. – Es pura poesía – pensé en más de un momento de mi agradecida lectura; – eso lo he sentido yo – pensé en otros tantos momentos. La lectura de este libro resulta natural, sencilla y agradable, acercándote a paisajes que, si bien en mi camino no pude recorrer, ahora tengo la sensación de haberlos vivido, haber conocido a mujeres y personas que jamás se cruzaron en mis senderos. Una historia que os abrirá las ganas de conocer aquellos lugares, de seguir profundizando en sus costumbres, tan a menudo, imposibles para nosotr@s, que os llevará sin dudarlo a tantos y tantos rincones que, seguro, no os dejará indiferentes. Por último darte las gracias, Eugenia, porque estos días ha sido un placer tener tu libro como compañero de viaje, de aventuras, porque ahora entiendo cosas que, a pesar de habérmelas preguntado mil veces, aún no había podido descifrar, porque me has calmado, por un tiempo, esa nostalgia que me invadía , ese querer volver para no pasear de puntillas, volver para caminar con un sari, quizás sola, para que las mujeres me arreglen los pliegues, esas arrugas que yo ni siquiera había notado... |
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