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El Señor De Las Moscas
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por Francisco J. Vázquez
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En tiempos de la segunda guerra mundial un avión sin distintivo es derribado. A bordo de éste se encuentran varias decenas de niños británicos de edades comprendidas entre los seis y los doce años. La suerte les depara caer en una isla desierta, aislada de cualquier vestigio de civilización. Ningún adulto sobrevive al aterrizaje, y los chicos se encuentran de repente solos a merced de su propia iniciativa. ¿Serán capaces de sobrevivir ellos solos? ¿Cómo se las apañarán para mantenerse unidos y a salvo de los posibles peligros que aguardan en aquel lugar? ¿Alguna vez podrán ser rescatados?
"El Señor De Las Moscas" es quizá la más hermosa y a la vez terrible obra de William Golding. Una aventura trágica y apasionante en el que pone de manifiesto la dureza de la propia condición del ser humano. Dureza que no parece tal vista a través de los ojos y acciones de los niños, pero que revela una conjunción de circunstancias y hechos difícilmente superables fuera de las páginas de esta maravillosa obra.
Los humanos son animales. Racionales, pero animales a fin de cuentas. Y como tales tienden a sobrevivir en las condiciones más adversas, aquellas en las que uno jamás creería poder hacerlo salvo cuando la propia experiencia lo contradice. Su comportamiento es impredecible, y si bien las normas de conducta que rigen nuestra sociedad son buenas en según qué circunstancias, no es menos cierto que cualquier norma se rompe ante una situación adversa.
"El Señor De Las Moscas" es una gran metáfora de la vida que nos ha tocado vivir. Y pone de manifiesto dos grandes hechos: el primero es que el hombre por naturaleza es un ser miedoso, capaz de refugiarse en lo irracional cuando aparecen sucesos y situaciones en los que no sabe moverse o no conoce, y el segundo es que la ley del mas fuerte siempre prevalece, ya que cualquier ser humano es, ante todo, un superviviente.
Que el libro de William Golding esté protagonizado por niños no convierte su contenido en menos duro de lo que aparentemente muestra la inocencia supuesta de sus protagonistas. Escrito con un suculento gusto y cuidado no va a defraudar a aquellos que, atraídos por la historia, se vean inmersos en una aventura de la que el propio lector se sentirá protagonista.
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