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El Sendero
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por Francisco J. Vázquez
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Hay un dicho que dice que lo más difícil de la vida es vivirla. Y cuando uno se adentra en las páginas de "El Sendero" no tiene por menos que aceptar que la refranería popular (o la conciencia del pueblo como otros gusta llamarlo), es la más sabia de las escuelas, ya que se basa en el conocimiento que proporciona la experiencia, que es la mejor forma de aprender.
Si alguien dudase de ello habría que consultarle su opinión a Sabir Sayid Sayid Al Rajimi, protagonista de esta novela, y fiel reflejo de que el hombre es un ser al antojo de un destino caprichoso que beneficia a unos, asedia a otros, y cambia sin previo aviso, haciendo a los dichosos desdichados, y viceversa.
Desde siempre Sabir ha sido un hombre despreocupado por su situación, alguien a quien se lo han dado todo hecho. No ha tenido que luchar, todo lo ha tenido al alcance de un deseo. No ha tenido nada porque siempre lo ha tenido todo: mujeres, dinero, antojos.... Su madre, por un amor incondicional hacia su hijo, lo ha colmado de atenciones, y ha puesto a su amado vástago en una vida de opulencia y despreocupación difícil de imaginar. Pero a la muerte de esta, y puesto que ella era dueña y señora de las riendas de la familia, su hijo queda sin nada...
Bueno, sin nada no. Su madre, antes de morir, le facilita una vieja fotografía y le descubre un mundo hasta ese momento oculto. Su padre, al que creía muerto, resulta que quizá no lo esté... su madre, cuando él nació, abandonó a su esposo y huyó lejos, a Alejandría, y hasta entonces ha guardado ese secreto. Pero la muerte está cerca, lo intuye, y es momento de confesárselo a su querido Sabir como última oportunidad de que siga adelante. Así, su única esperanza de sobrevivir, sino como hasta ahora al menos alejado de las calles y de la delincuencia a la que se vería abocado sin remisión, es la de iniciar una búsqueda de un padre al que creía muerto, y del que sólo posee un nombre y una fotografía de hace más de treinta años.
"El Sendero" es una de esas novelas que uno podría calificar como sencillas. Es, sin tener que imaginar mucho, de esos reflejos literarios en los que muchos ven reflejadas su existencia, o la de sus conocidos. Pero el ser una novela sencilla no deja de tener su encanto, y sin duda su lectura marca más que muchas otras obras.
Sabir es un pobre desdichado, a quien la vida le ha jugado una mala pasada. Su puesta en camino en busca de una misión harto difícil supondrá para él enfrentarse a las realidades y crudezas de las que ha estado ausente, y a las que nos sabe enfrentarse.
Sentirse sólo, lejos de casa, sin trabajo ni ocupación más que la búsqueda de un hombre al que no conoce, y que no sabe cómo lo tratará si es que llega a encontrarlo. Conocer personas que pasarán por su vida como ráfagas de viento, y pernoctar en un hotel donde mengua su dinero y la soledad le hace pensar más de lo que todo ser humano querría. No es la vida a la que estaba acostumbrado, pero es la que le ha tocado vivir.
Pero no todo debe ser malo. Es allí, durante su misión que le llevará de su natal Alejandría a El Cairo, donde conoce a dos mujeres que marcarán su estancia en la ciudad. Una, bella y peligrosa, por quien Sabir perderá más que la cabeza en función de sus encantos... Otra, dulce y preocupada por Sabir, quien le despertará sentimientos hasta entonces desconocidos.
"El Sendero", una novela de Naguib Mahfuz que despertará en el lector una olead de sentimientos poco pocas obras lo habrán hecho. Imprescindible.
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