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El Puente De Los Suspiros
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por Juan Carlos Eizaguirre
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El autor no posee una extensa obra literaria, teniendo en cuenta sus sesenta años. Pero sí hay que decir que el éxito le ha sonreído a las puertas de la tercera edad. Ya en la década de los noventa fue llevada al cine (protagonizada por Paul Newman) Ni un pelo de tonto, pero lo más importante fue que en el 2002 ganó el Pulitzer con Empire Falls, que le supuso llegar al estrellato de la literatura. Seis años después nos presenta EL PUENTE DE LOS SUSPIROS, una obra genial, de envergadura.
Lou Lynch, principal protagonista, posee tres tiendas en el pequeño pueblo de Thomaston, al norte de New York. Lleva una vida apacible, junto con su mujer y su hijo. Ante la cercanía de un viaje a Italia, él, que nunca ha salido de su pueblo, decide escribir una biografía (en parte autobiografía) de su vida en el pequeño pueblo: sus padres Lynch y Tessa, el tío Des, su gran amigo Bobby y una buena orquestada suma de personajes que han pasado por su vida, unos para bien, otros para mal.
La novela es de cierta extensión y se puede decir que lo único que se realza es lo cotidiano, la heroicidad de la rutina diaria salpicada por breves colores que matizan un horizonte siempre igual. Es de esas novelas que, dicho de una manera mostrenca y poco culta, “no pasa nada”. Pero yo digo, muy bien tiene que escribir un escritor para captar la atención de sus lectores durante casi setecientas paginas, y disfrute con ellas.
Esto es lo que sucede en la novela que nos ocupa. Primero una serie de historias enredadas en el tiempo, manejadas con virtuosismo. Después una narración sobre el alma de la América profunda, primero vista por un niño; después por un adulto. Otro aspecto importante: la defensa de la familia tradicional. Y finalmente un cúmulo de aspectos como pueden ser, el amor, el odio; el egoísmo, la generosidad; la alegría, el tedio; la impulsividad, la apatía; deporte, arte, literatura. Y así, un largo etcétera.
En definitiva, el lector se encontrará ante una novela universal que toca todos los registros con amenidad y sin salir de Thomaston. Hay que saber escribir muy bien para sacar con éxito una obra tan exuberante, llena de fuerza y maestría narrativa, que no decae en ningún momento del relato, que no se encharca penosamente en las mil y un digresiones. Siempre avanza con ritmo poderoso y seguro, historia tras historia, enseñando que la vida corriente está plena de atractivo y que, si no se la cuida, puede convertirse en un caudal de miseria.
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