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| El Museo De Los Números
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| por Pedro M. Valenzuela
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Hace falta una especial maestría del lenguaje y un profundo conocimiento de literatura e historia para lograr jugar con los elementos de la manera que lo hace el griego Dimitris Kalokiris en los veintiocho cuentos que forman este volumen, y es que nos encontramos ante una arriesgada apuesta de narrativa contemporánea que es capaz de obtener brillantes resultados partiendo de recursos tan distintos como el surrealismo, los guiños al lector (o metaliteratura) y la responsabilidad de una tradición tan influyente en todo el pensamiento occidental, que lejos de presentarse como una temida losa es utilizada para hacer de lo erudito algo propio de la calle y también lograr convertir momentos intranscendentales en cúlmenes de los relatos. El autor, dos veces Premio Nacional de Narrativa Griego, hace gala de un elegante uso del lenguaje para una literatura nada sencilla que requiere la complicidad del lector para adentrarse en un particular mundo levantado a raíz de unas historias cuyos límites y conexión entre sí no está nada claro, y que conjugan y entremezclan la historia con la leyenda, el sueño con la realidad, lo divino con lo humano o lo culto con lo prosaico, haciendo que estos términos pierdan su primer significado y dentro de los cuentos cambien varias veces de sentido… una apuesta literaria tan arriesgada como interesante. Una mención especial merecen los traductores Vicente Fernández y Ioanna Nicolaidou, por el resultado obtenido en esta obra que se puede enmarcar dentro la vanguardia actual o estilo posmoderno, con la dificultad que supone salir airosos de una propuesta de este estilo.
Editorial Berenice cumple con el espíritu de su colección Contemporáneos acercándonos nuevas voces capaces de innovar las letras actuales. En este libro, presentado como la introducción a una ontología de lo inexistente, podemos encontrar capítulos como BARBUS PRESPENSIS, con un pez como protagonista cuya forma se dibuja en mosaico y del que no se ha podido obtener su masa atómica porque nunca se han cogido dos ejemplares del mismo peso aunque tuvieran igual tamaño y grosor; o MILICIA O ENSOÑACIÓN DE UN QUINCE DE AGOSTO, que se encamina desde la mitificación de los libros por parte de quien no los conoce hasta la fotografía tomada a una gallina fosforescente pasando por una relación durante las fiestas del pueblo. Todo un ejemplo de que cuento pequeño no es equivalente a cuento rápido, y que mejor se saborea cuanto más dispuestos estemos a adentrarnos en el peculiar mundo de Kalokiris con los sentidos ocultos a la vista de todos y una basta tradición convertida en vanguardia, además acompañados de ilustraciones del autor que sirven para complementar y dar otra vuelta de tuerca a estos cuentos griegos. |
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