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| El Libro Del Anhelo
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| por Pedro M. Valenzuela
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No me suelen gustar los libros de cantantes porque en la mayoría de las ocasiones se quedan en pequeños esfuerzos editoriales limitados a transcribir las letras de los autores (quitarle la música a las canciones es uno de los peores actos de desmembramiento que se pueda cometer), y si a esto se le suma que cuando el original es en otro idioma además tiene que pasar la durísima prueba de la traducción… Pero afortunadamente no es éste el caso de EL LIBRO DEL ANHELO (BOOK OF LONGING), de Leonard Cohen, ya que aunque las composiciones del canadiense hayan sido las máximas responsables de su reconocimiento internacional no es menos importante su trayectoria literaria, que cuenta con poemarios y novelas, varios de ellos traducidos al castellano.
Esta edición es una colección de poemas y dibujos (símbolos, figuras, retratos, poemas manuscritos) escritos a lo largo de más de veinte años (que también sirvió de base para a un espectáculo audiovisual que aunó los mundos de Cohen y el músico estadounidense Philip Glass) y está traducida por Alberto Manzano, uno de los mayores especialistas y difusores de la obra del poeta en España, que cuenta con varias traducciones más, libros y proyectos musicales sobre el poeta nacido en 1934 que en los setenta llegó a estar a la altura de cantautores como Bob Dylan o Joan Baez.
Resulta difícil dejar de imaginar la voz rota de SUZANNE o FIRST WE TAKE MANHATTAN susurrando me miraste/ y nunca se me ocurrió/ que pudieras estar escogiendo/ al hombre de tu vida o lamentándose en COMO PUDE HABER DUDADO: Dejé de buscarte/ dejé de esperarte/ dejé de morir por ti/ y empecé a morir por mí. Versos que destilan sensualidad y erotismo pero también espiritualidad y trascendencia, muchos de estos poemas inspirados y dedicados a sus vivencias durante la estancia en el monasterio zen de Mount Baldy, donde el intento durante ocho años de buscar en el budismo las respuestas que no existen o no importan le sirvió para aceptar el papel del occidental corrompido que se sabe que es (no quiero ser amigo de todos/ no tengo tanto tiempo). Con algunas perlas escondidas como el poema a Lorca (‘Está cansado de los gitanos/ Y está cansado del mar/ No soporta tocar su vieja guitarra/ Sólo tiene un tono) o sus discusiones con la Eternidad (Bendito sea El/ Que ha endulzado mi Discusión) iremos acompañando a quien determina (mejor que la poesía/ es mi poesía/ que se refiere/ a todo/ lo que es hermoso y/ digno, pero que/ no es nada de eso) o adolece de amor ‘Sigue tu camino/ Yo también lo seguiré).
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