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El Laberinto De Cristal
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por Francisco Contreras Gil
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Estamos ante el inicio de un saga ecológico-cósmica que busca, a través de las aventuras de sus protagonistas, concienciar a los más jóvenes en el respeto por el medio ambiente. Este es el fin de la nueva obra de corte fantástico que hoy les traemos a www.comentariosdelibros.com
El laberinto de cristal, escrito por Andreu Llamas y publicado por Timunmas, nos muestra como, arrancada de su cautiverio, Cristal huye a través de los los pantanos hasta encontrarse con un recién nacido y un aprendiz de alquimista. Desde esa noche, perseguidos por una conspiración y bajo la sombra de una amenaza lejana, los tres emprenden un largo viaje en un mundo cambiante, un mundo antiguo donde el sol de mediodía mata y la vida se somete a los dictados de los implacables Dómines Consulares, capaces de interpretar la voluntad de los propios dioses.
Pero el peregrinaje revelará algunos secretos del pasado y las claves de un poder trascendental para la salvación de sus vidas y su mundo...
Llamas, licenciado en Ciencias Biológicas por la Facultad de Biología de la Universidad Central de Barcelona, especializado en Zoología y autor de obras de corte cientifico como El caballero que quería volar, nos deleita con esta fantasía que se desarrolla en el Feudo, El Crepúsculo, El Feudo Boreal, El Feudo del Sur, los Archipiélagos de Pléyades y del Desierto por las tierras de la Cordillera Sur, las Torres de las Albas y las urbes de Meridiana, Nueva Ameria, Puerto de Escar, Portoviejo o Medina donde una superviviente se enfrentará a todo tipo de situaciones magistralmente fotografiadas con palabras...
'Debería de estar muerta. Pronunció las palabras incluso antes de despertar. No fue nada agradable. Su voz sonaba áspera, como el viento eterno resbalando sobre las dunas del Desierto negro. Hacía mucho frío y la oscuridad era absoluta. Cristal recordaba, como en un sueño agotador, haberse arrastrado por el suelo metálico, delirando al borde de la muerte. Ahora se encontraba algo mejor, aunque la cabeza le daba vueltas otra vez, como la honda que aprendió a utilizar de niña. Oyó un pesado tintineo al estirar los brazos. Necesitó unos segundos para advertir los grilletes que aún sujetaban las muñecas y los tobillos despellejados. Ya no sentía el dolor y pronto dejaría de importarle...'
Comienza la aventura...
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