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El Hombre Que Nos Robaba Las Novias
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por Pedro M. Valenzuela
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En un certamen de canción de autor de Jaén, ¿quién puede ser capaz de ganar el premio al mejor cantautor y a la mejor canción, además cantada en catalán? Pues sólo Albert Pla, y esto fue en el año 1988. Lo que podía ser una divertida anécdota se convirtió en el principio de una de las carreras artísticas más interesantes de los últimos años en este campo. Un músico y poeta que igual nos ofrece un disco de canciones de cuna, pone música a poemas de J. M. Fonollosa, presenta su particular puesta en escena en un concierto dirigido por David Trueba, o interviene en una película interpretando a un cura cantando Soy Rebelde en un prostíbulo.
El libro nos ofrece las letras de sus discos, el verdadero motivo que le ha convertido en un maldito iconoclasta, amado y repudiado a partes iguales (hasta su discográfica, BMG, vetó la publicación del disco Veintegenarios). Podemos disfrutar de la edición bilingüe de sus textos en catalán, y de sus falsamente ingenuas composiciones en castellano.
Sus letras fundamentalmente giran en torno a los grandes temas: sexo, droga y muerte. Es muy difícil escoger versos representativos de su estilo porque cada poema-canción es una pequeña historia en la que cada parte por separado pierde la magia que crea con su peculiar estilo de terrible niño pequeño asustado.
Si no lo conoces y quieres saber si te vas a convertir en un adicto a sus canciones puedes leer o escuchar alguna de éstas: la versión rumbera de Walk On The Wild Side de Lou Reed, traducida como El Lado Más Bestia De La Vida, y que le dio a conocer en los grandes medios; la historia de El Gallo Eduardo Montenegro, que marchó errante y desconsolado porque una mañana se levantó afónico, y estaba convencido de que si no era capaz de cantar para que saliera el sol, el mundo se acabaría; o el romance de La Dejo O No La Dejo donde surgen las dudas y los celos, ya que la novia es una cruel terrorista que “quizá busque en otra parte lo que nunca supe darle, ilusiones y alicientes para poder realizarse”. Así que hay que andarse con cuidado, porque una novia muerta… es una novia menos.
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