|
El Hijo Del Acordeonista
|
por Juan Carlos Eizaguirre
|
|
El autor retoma el estilo de fabular que le ha hecho famoso, entre nostálgico y épico, donde la naturaleza –el mundo rural– juega un papel importante en la manera de ser, de comportarse las personas de ese Obaba inventado que no es otro que un país vasco idílico, aunque lacerado, según el autor, por diversas opresiones. Unas emanan de la débil condición humana, pero otras son fruto del odio, del egoísmo.
En este último sentido Atxaga menciona en varias ocasiones la Guerra Civil, el bombardeo de Guernica y una persecución que, resulta evidente, es la lucha contra ETA. Por ello en las últimas páginas afirma que los que antes eran perseguidos por los fascistas se han convertido ahora en verdugos. Opina el autor que al terrorismo le queda poco tiempo de vida; así se lo hace afirmar a sus personajes, desde un exilio frustrado. De ahí que la trama venga a ser un alambicado cúmulo de sucesos, presentados con un admirable flash back y trenzados con originalidad, con lo que consigue interesar al lector hasta la última línea.
En cuanto a las cifras que maneja, fundamentalmente Guernica, creo que el escritor no está bien documentado.
Esta novela ha recibido el Premio de la Crítica de 2005, como mejor novela escrita en euskera. Y está nominada para el Premio Nacional de Literatura. Muy merecido. Atxaga muestra en diversas ocasiones el amor y cuidado por su idioma materno y, además, traducirlas al castellano es algo que hace de maravilla.
|
|