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| El Halconero
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| por Pedro M. Valenzuela
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En tiempos de la Santa Cruzada, cuando la miseria de las clases menos favorecidas convivía con la opulencia de la nobleza dominadora de los recursos naturales y materiales de la región, la única posibilidad de aspirar a una vida digna para los nacidos bajo el estigma de los que nada tienen era medrar sin reparar en la importancia de qué actos han de realizarse ni en perjuicio de quién.
De madre puta y padre natural mercader, nació Aleric Attheffeld en los campos de la Bretaña francesa, en medio de la pobreza y la magia que habitaba en el Gran Bosque. Ya desde pequeño sobrevivió a los deseos de su madre de deshacerse de él, y tanto su infancia como juventud fueron testigos de la lucha entre su sino maldito y sus esfuerzos por sobreponerse a él. Aleric conoce, gracias a su abuelo, la manera de hablar con halcones y azores, lo que le posibilita trabajar bajo las órdenes del barón convirtiéndose en el halconero de su séquito. También con su abuelo descubre la verdad de su linaje y la determinación con la que deberá enfrentarse a los avatares que se encontrará: ?No importa qué miserias te ofrezca el mundo, no permitas que te arrebate el amor que ahora posees. No permitas que te impida hacer todo aquello para lo que has nacido. Todo es bueno y malo?.
Así nos encontramos con una vibrante novela de aventuras y luchas entre clases sociales y contra el destino. El Halconero va obteniendo el favor del conde gracias a su servidumbre y a sus dotes con los pájaros, pero sin poder frenar los impulsos que despierta en él Alienora, la deslumbrante hija del señor del castillo, sobrepasa los límites de su condición social enamorándose de ella y mancillándola frente al altar de la capilla. A partir de aquí comienza el tortuoso peregrinaje de Aleric que, acusado por su hermano bastardo, es obligado a partir a las cruzadas a luchar en nombre del Papa y de los reyes de la Cristiandad.
Después de cruentas batallas y sangrientos episodios, asqueado y cansado de la vida que no le depara más que miserias y calamidades, determina finalizar sus días en Hedammu, la Ciudad de la Peste, pero es aquí donde encuentra la verdadera razón de su existir a través del mordisco de la vampira Pythia, cuando el halconero se convierte en el Maz?Sherah. A partir de aquí se abre un relato completamente distinto en el que el nuevo vampiro acepta su destino como elegido por las profecías para comandar a los señores de la noche. |
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