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El Hábito De La Guerra
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por Antonio Ruiz Vega
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"El Hábito De La Guerra" es un "thriller" trepidante donde el autor ha mezclado una serie de elementos atrayentes (eso sí, quizá demasiados) y los ha sabido entremezclar adecuadamente.
Aunque con nombres supuestos, puede distinguirse bastante bien la trama principal, que hace mención a unos "Papeles Espada" que hablan del 23-F y la existencia de un golpe militar del cual la aventura de Tejero y Milans sólo era una pequeña parte. Una trama que llega hasta Zarzuela, por lo que la existencia de estos papeles es ya de por sí una amenaza a la razón de estado. Un general de los servicios de inteligencia, Pecharromán, comienza a ser vigilado por un sector de los mismos servicios. Se da cuenta y el mecanismo de seguridad se pone en marcha. Dos equipos comienzan por tanto a competir. De una parte hay dos agentes que se trasladan a la urbanización donde vive Pecharromán y comienzan a vigilarle. Son dos jóvenes procedentes de la ultraderecha que hacen trabajos para el CESID (bueno, estas siglas ni se nombras en toda la novela). Uno de ellos, Oscar Brime, entra de vez en cuando en un chat e intercambia emails subidos de tono con una misteriosa "Apasionada". De hecho es la única pista con la que se cuenta, porque Oscar cambia continuamente de claves y sus superiores le han prohibido que vuelva a comunicarse por internet. Un agente, el exdiplomático Fernando Sanmartín, es puesto tras la pista de los misteriosos agentes ante el nerviosismo de Pecharromán, militar que protege su vida oculta como traficante de armas con la posesión de los misteriosos "Papeles Espada".
Sanmartín viaja a su Bilbao natal para contactar con la misteriosa emisora de emails eróticos, bilbaína. Todos suponen que aunque el domicilio de donde salen los mensajes pertenece a Esther Olea, cuarentona, divorciada, trabajadora en una empresa de estadística comercial, la verdadera corresponsal es su hija...
En Bilbao Sanmartín contacta con un agente doble, infiltrado en el movimiento abertzale quien le ayuda a encontrar a Esther.
Mientras tanto Sanmartín recupera la ciudad donde nació y que no visita hace años. Recorre las "Zazpi Kalea", va a visitar a su anciana madre, repasa la biblioteca paterna, el Espasa, los libros de la posguerra (Fernández Flórez, Neville, Carrere, García Serrano, Giménez Arnau, Camba, el primer Ballester. Es un pequeño "donoso escrutinio" que revela al hispanista que nos cuenta la historia).
La novela está ambientada en los últimos noventa. Se habla de la ruptura de la tregua con ETA, del aumento de la inmigración clandestina y hasta del uso del ejército para impermeabilizar la costa Sur.
En general está bien escrita, aunque hay alardes un poco gratuitos, como la oración de catorce líneas de la página 29, que parece la carta asesina (esa que mataba a los lectores porque no tenía puntos ni comas). O el repetir 6 veces el nombre Oscar Brime Coello en la página 34.
Hay estudio de personajes, bastante interesantes. Así el agente Ruano, que es gourmet en cocacola y gilipollas integral, o el drama existencial de la divorciada Esther Olea y su vida sin sentido.
La trama desemboca en una masacre, que no vamos a destripar (nunca mejor dicho).
Realmente no hay "happy end" ni tampoco moraleja. Ha triunfado la razón de estado... |
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