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El Eje Del Compás
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por Antonio Ruiz Vega
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"El Eje Del Compás" es una parábola de un personaje que no sabemos si tiene mucho del autor (aunque nos tememos que sí), pero que en cualquier caso es francamente antipático.
Al personaje no basta con tildarle de narcisista porque, como dice Woody Allen: "en realidad no es Narciso el dios con el que me identifico, sino más bien Júpiter". Todo se organiza en su torno.
Y "todo" es una pleyade de mujeres que se sitúan en círculos concéntricos a su alrededor. El enigma es pensar cuál pueda ser el encanto de un individuo ya provecto y sin virtudes morales aparentes, o al menos invisibles en este libro...
Un personaje cuya otra seña de identidad es la de historiador "cañí", muy a la moda de ahora, es decir, fustigador de nacionalismos (salvo el español, claro).
Todo es discutible o en todo caso respetable. No lo es tanto que un puñado de mujeres a las que se describe como inteligentes y sensibles tengan tan poca autoestima como para consentir este tipo de relación. El negocio evidente es comprar al profesor Ernesto Reche por lo que vale y venderlo por lo que él cree que vale...
Por lo demás, como profesor e historiador, estamos ante una especie de Gustavo Bueno (no en vano aparece por estas páginas su Santo Domingo de la Calzada), un cascarrabias que busca a toda costa destacar con un mensaje heterodoxo (aunque subliminalmente a favor del poder constituido).
La única novedad del mensaje del profesor Ernesto Reche estriba en su virulencia o en su sinceridad, ya que propone la abolición del estado de las autonomías y pone en el brete a la Constitución. La mezcla de este sentimiento patriarcal, muslímico, de que da muestras el personaje con respecto al sexo débil, puede tener un paralelismo directo en su teoría de España, que lejos de admitir algo tan obvio como que no existe un estandar de "lo español" sino múltiples formas de "serlo", se reclama de un macizo de la raza que armonice el conjunto desde el centro. Una especie de moscardón centralista que desde el centro de la maraña madrileña polinice el harén periférico como Ernesto Reche, cual gallo de Morón, hace con sus círculos de admiradoras...("Amador es mi oficio, más que historiador", explica en la página 62).
El papel poco airoso de su mujer, Tali, no resiste tampoco la crítica, salvo que se asuma el carisma mayestático del protagonista, a quien todo le está permitido, hasta usar delante de sus amantes el adjetivo de "encoñado" y recibir el homenaje insólito de una de ellas que le pregunta, servil, "¿Qué nos das?".
De sí mismo dice el personaje, interpretando lo que de él piensa una admiradora:
"Dice que soy como el eje de un compás, que me he situado en un punto y he ido trazando círculos concéntricos a mi alrededor, que marcan la distancia a que debe quedar, sin franquearla, cada persona de mi entorno". (pág. 158).
Por si fuera este ganapán rijoso y egomaníaco es aficionado al fútbol (pág. 185).
Tratamos de ponernos en contacto con el autor, pero su secretaria nos dijo que estaba en Virginia, siguiendo unos cursillos de equitación que imparte el Ku-Kux-Klan. Al parecer son los más duchos en cabalgar con la sábana puesta... |
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