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El Curioso Incidente Del Perro A Medianoche
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por Irene Rodríguez Aseijas
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Ocurre que cada temporada, junto a los superventas más publicitados, surge lo que a una parte de la crítica le gusta definir como una sorpresa literaria. Es decir, un tapado. Una novela que se cuela de puntillas en los círculos de distribución y gracias al boca a boca va escalando en ediciones y prestigio hasta convertirse en el libro del que mucha gente te habla. Algo así ocurrió con EL CURIOSO INCIDENTE DEL PERRO A MEDIANOCHE un par de años atrás.
Encumbrada ya en muchos países de Europa (especialmente Inglaterra) y respaldada por apellidos como los de Sacks o Ian McEwan, este libro ha conseguido trascender las fronteras de una ópera prima y conmover a un considerable número de lectores en todo el mundo, con una propuesta efectista, y al mismo tiempo efectiva.
Christopher Boone es un chaval de quince años que una madrugada cualquiera descubre, muerto sobre la hierba, al perro de su vecina. A partir de ahí inicia una investigación criminal en toda regla a través de la cual nos permite asomarnos a un mundo que no comparte los parámetros de la masa global. Y es que el chico es superdotado. Y autista. Dos características que suelen ir unidas y conceden a la novela, al menos, la virtud de desmarcarse de los protagonistas al uso.
A partir de ahí, Haddon logra, con destreza y oficio, revelarnos los matices de la mente del muchacho, de un modo tan didáctico y efectivo que, de hecho, consigue identificarnos con él, mucho más de lo que a priori podría parecer posible tratándose de un personaje de estas características. Lejos de referencias convencionales o complacientes, en esta novela no hay recursos fáciles (al menos hasta el último tercio) pero sí inteligencia y cercanía. Proximidad. Se adivina en cada página la mirada de un hombre que conoce de memoria el terreno que pisa y disfruta conduciendo a sus dominios al lector.
La relación que Christopher entabla con Siobhan, su profesora, pero sobre todo con el personaje de su padre (divorciado, perdedor, torpe y abnegado, al mismo tiempo). La angustia de su madre (una mujer que se distancia de ambos, incapaz de afrontar las circunstancias, o de conectar afectiva o emocionalmente con él) su visión matemática y lógica de los acontecimientos que jalonan la vida y tejen las emociones cotidianas, confronta y desmonta muchos de nuestros convencionalismos más arraigados, ofreciéndonos, simplemente, un punto de vista pragmático. Tan simple y certero que, en algunos párrafos resulta deslumbrante en su sencillez.
Dejando a un lado los temas de fondo (la propia problemática mental de su protagonista, la dificultad de las relaciones afectivas del mundo de los adultos, los problemas de las clases sociales menos favorecidas, la soledad de los ancianos o el desamparo que todos compartimos, de un modo u otro, al tener que enfrentarnos al mundo) Lo que destaca, en mi opinión, en esta obra, es el entusiasmo con el que el autor se sumerge en ella.
Para conmover es necesario imprimir al texto verdad y Haddon lo hace sin complejos, valiéndose de algunos recursos ya vistos (la sombra de Salinger es alargada y nos salpica a todos) pero incorporando al tiempo elementos originales y propios que ofrecen al lector una lectura fresca y le invitan a seguir leyendo a cada página. Lástima que la originalidad decaiga en el tercio final, de no ser así, esta novela sería mucho más que la sorpresa del año, una obra que merece la pena ser tenida en cuenta. |
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