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portada El Colibrà Blanco
Ficha del Libro:

Título: El Colibrí Blanco    comprar
Autor: Esteban Guitiérrez
Editorial: EH Editores
I.S.B.N.-10:
I.S.B.N.-13: 9788493661939
Nº P´gs: 88


El Colibrí Blanco
por Miguel Ángel Zapata

No pocas concepciones nacionales e ideologías patrias se elevan sobre el monolito de una trágica fecha. Y no poca literatura bebe de tales cronologías a la búsqueda de una identidad colectiva que dé su esencia a tal o cual pueblo. El 17 de julio de 1936 comienza el siglo XX para la España aún finisecular, aún agraria, aún imbuida de la tradición que confrontaba un liberalismo ingenuo con el azote de los tradicionalistas, dicotomía que los alzados contra el orden constitucional republicano dinamitaron definitivamente en ese verano trágico del 39. Los intentos recientes de nuestra literatura (pienso en la obra del joven Isaac Rosa o en la espléndida Los girasoles ciegos de Alberto Méndez) han pretendido un revisionismo narrativo que aparcara las visiones maniqueas o sentimentales del conflicto armado y la posguerra maqui o nacionalcatólica.
             En esta línea renovadora y profundamente novedosa abría que incluir la segunda obra del escritor madrileño Esteban Gutiérrez, El colibrí blanco, novela breve finalista del prestigioso certamen Felipe Trigo en su edición de 2009. Armada mediante una compleja y sutilísima arquitectura coral, El colibrí blanco revela la extraordinaria capacidad de Gutiérrez para el arriesgado equilibrio entre la elipsis y la revelación. Trabando magistralmente diferentes instancias temporales (la España rural durante el conflicto bélico, el penoso exilio y el goteo de los retornos en los albores de la democracia), el autor traza un escenario de espectros que recuerda a los osarios de Rulfo y Luis Mateo Díez. Sin embargo, y a diferencia de éstos, Esteban Gutiérrez huye de la concepción fantástica para penetrar en un singular sustrato realista (igualmente alejado del costumbrismo al uso) que se recrea en la existencia condenada de los personajes, vivos pero fatalmente zarandeados por el destino, fantasmales en su azaroso caminar.
             Centrando el protagonismo en la figura casi mítica de Antonio Menéndez Seoane, “el Carnicero”, una encarnación del espíritu iconoclasta y trágico del universo español atrapado entre dos bandos de no tan evidentes divergencias, un antihéroe que se autoinmola como verdugo al servicio del horror fascista mientras salva las vidas de muchos condenados en un refugio imposible creado en el subsuelo de sus bodegas, la novela orbita alrededor de su figura en un habilidoso rompecabezas de homenajes, recuerdos, muertes, retornos e imposibles resurrecciones. Recordando al Schindler a la vez filonazi y humanista precario, la figura de Manuel se alza como un icono ultramundano (toda la trama se desenvuelve a partir de su fallecimiento y el polvorín de memorias que desentraña) que hace revivir la cronología del conflicto a aquellos que aún quedan en pie para salvar su memoria y su obra.
             Es en este andamiaje donde Gutiérrez despliega con mano maestra un extraordinario dominio estructural, enlazando el género epistolar, el fragmento anecdótico, el recurso al documento legal, fogonazos de prosa poética, evocaciones fragmentarias… Lo fabuloso es que jamás se quiebra la sensación de unidad rotunda de la novela, que no es un ejercicio vacuo de fragmentación, sino una valiente puesta en escena de diferentes tiempos y espacios en feliz comunión con la trama.
             No precisa, por tanto, el autor de coartadas sobrenaturales para levantar unos personajes que aparecen fuera del tiempo, desplazados de su momento histórico por la fatalidad o el azar. La presencia del colibrí blanco que atraviesa en momentos puntuales la acción y da su título a la obra, es más una alegoría de la pureza y la esperanza de redención de los personajes que un motivo fantástico, reforzando con pulso firme el lirismo que impregna la contención emotiva de Seoane, Nazario Olvega, Julián “el pastor”, Carmen, Flora y el resto de personajes de este orbe maravillosamente ordenado que es El colibrí blanco. El remate a modo de epílogo con la reunión y la evocación de muchos de los salvados por Seoane en torno a la encina bajo la que reposaban sus restos, bebiendo de su vino en más o menos dichosa comunión y homenaje, se resuelve de manera consecuente y magistral en un tono agridulce lejos de mitificaciones y heroicidades, subrayando las luces y las sombras de la prodigiosa aventura de “el Carnicero”, la obra imperfecta pero bella al fin en que se convirtió su labor, con las renuncias del exilio y la ausencia de los represaliados, proponiendo un broche redondo al conjunto de la obra.
             Novela antihistórica o revisionista, lírica pero de prosa precisa y certera, sin ambigüedades ni trucos efectistas, El colibrí blanco es una de esas joyas literarias que no deberían dejar de leer aquellos que anhelan una visión poliédrica y arrebatada de nuestra Historia reciente ni los degustadores de las delicatessen literarias ajenas a modas y generaciones de cualquier tipo. Literatura intemporal, en suma.


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