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portada El Cielo Raso
Ficha del Libro:

Título: El Cielo Raso    comprar
Autor: Álvaro Pombo
Editorial: Anagrama
I.S.B.N.-10: 8433924699
I.S.B.N.-13: 9788433924698
Nº P´gs: 324


El Cielo Raso
por Antonio Ruiz Vega

  La historia o las historias que aquí se cuentan no parecen ser lo fundamental, sino, en todo caso, el cómo se cuentan. El lenguaje, en efecto, está muy trabajado, usando de repeticiones meditadas, aliteraciones, etc. Si se nos está hablando, por ejemplo, de Carolina (la joven que fue desairada, de estudiante, por Gabriel, un homosexual), se escribirá doce o trece veces en la misma página CAROLINA (e incluso varias veces se añadirá "De la Cuesta"), sin una sola elipsis, sin referirse por una vez a "ella", "la muchacha", o cualquier otro recurso. Lo mismo sucede con el léxico en general, que es intencionadamente repetitivo y en ocasiones hasta voluntariamente redundante (llovió lluvia, se nos dice en la página 10, por ejemplo). Este tipo de escritura puede gustar o no gustar (a mí me disgusta bastante) pero, por lo visto debe ser una de las marcas de fábrica del "estilo" de Pombo. No contribuye, en cualquier caso, a la fluidez de la narración, pero es que lo que se nos cuenta tampoco es gran cosa. Problemas algo artificiosos de una determinada clase pudiente que se refugia en la erudición, el coleccionismo u otras (etimológicamente) "manías", como si quisieran huir de la vida. La tal Carolina, por ejemplo, cuando su amigo Gabriel le manifiesta serias dudas sobre sus tendencias sexuales, tira por la calle de enmedio y se trabaja en un año el doctorado en Historia de las Religiones, dedicando el resto de su vida a la docencia.

Las reacciones de los personajes no parecen, en ningún caso, muy creíbles ni usuales en la vida real. Así la madre que abandona al hijo deportivamente, Matilde, o porque el relativo solterón que es Leopoldo decide prohijarlo.

Otra característica de la prosa de Pombo es su afán de introducir citas cultas, lo cual, en muchas ocasiones suena bastante a artificioso, pues nadie suele enriquecer su monólogo interior (captado por un narrador omnisciente) entreverando citas de Kierkegaard, Musil o Keats...

En esa homosexualidad problemática y en ocasiones fronteriza con la bisexualidad, en esa falta de la madre, etc. podemos quizá ver rasgos autobiográficos. En todo caso Gabriel Arintero, uno de los personajes, cuando es descubierto e identificado como mariquita por la policía franquista decide marchar a Londres, donde pasa buena parte de su vida, y vemos que Pombo hizo lo propio entre 1966 y 1977.

Masoliver Ródenas, ha visto, en su crítica para LA VANGUARDIA, una coloración irónica, de humor fino, y esto se da, por el propio punto de vista que parece elegirse para presenciar las andanzas de los personajes, como si se relativizara un poco el dramatismo o la resolución con la que pretenden impregnar sus actos. Todo ello, sutilmente, sin caer en la ridiculización, por cierto.

Conte, en el ABC, parece dar una de cal y otra de arena, cuando califica al libro, a la vez de original, sugerente y poético, y a la vez de sorprendente y hasta de disparatado. Todo depende, quizá de la paciencia del lector, de su estado de ánimo al abordar la lectura. Personalmente creo que lo elaborado del lenguaje (y hablo de una elaboración gratuita hasta cierto punto, que no parece requerida por lo que cuenta, como si se regodease o recrease en su indiscutible dominio del lenguaje) unido a lo relativamente intrascendente de la trama, hace el libro de lectura cuesta arriba, algo pesada y trabajosa, que no tira del lector. Es un libro, por ejemplo, y eso se va teniendo claro a medida que se han leído muchos, cuya lectura no se proseguiría más allá de cierto punto de no ser por pura obligación, como es el caso.

Como siempre, el texto de la contraportada, tras la lectura, nos parece un poco hiperbólico y rimbombante. Verdaderamente, no es para tanto. Se trata de un "divertimento" del que se trasluce que el autor se lo ha pasado realmente bien escribiendo, tal y como parece denotar la expresión de su rostro en la solapa. El lector –me temo– no se lo va a pasar tan bien. Dice Masoliver: "un escritor superior cuyo punto de referencia es su propia escritura". No sé si decir eso es un piropo o una crítica.
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