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| El Ángel De Grozni
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| por Francisco J. Vázquez
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Ninguna guerra es buena, independientemente de los motivos que la originaron. En un conflicto no hay ganadores, tan sólo perdedores. No hay victorias, sólo derrotas. Y no hay compasión, porque no son seres humanos los que luchan, sino animales.
Sólo los que han estado en zonas de conflicto saben lo difícil y duro que es sobrevivir entre dos o más bandos enfrentados. La población civil es siempre la más perjudicada, porque es la única que no elige ni su posición ni su papel. Sin duda es la que peor lo pasa, porque se convierte en blanco fácil de soldados, de deudas ya olvidadas, de rencores, de voluntades coléricas y autoritarias, e incluso, de aquellos que teóricamente luchan por defenderlos. Es la ironía de un evento en el que el poder se consigue por las armar mientras que la libertad se pierde con ellas.
Uno de esos muchos conflictos que han asolado el globo es el de Chechenia, una remota ex-rúplica soviética donde el día a día fue y sigue siendo un infierno. Al menos eso es lo que nos encontramos en esta obra estremecedora y dura que ha escrito Asne Seierstad, una corresponsal de gueraa que ha arriesgado durante dos años su vida para conseguir relatarnos el desolador panorama que tienen los habitantes de aquella remota región en una lucha olvidada, pero no acabada.
Sin que las autoridades lo supiesen Seierstad se ha movido por Chechenia con total libertad, o al menos, con la que sus posibilidades dentro de la clandestinidad y el anonimato le han permitido. Y todo ello para dejar por escrito plasmados los horrores de una realidad que supera con creces cualquier obra de ficción. Asesinatos, violaciones, torturas, éxodo, terrorismo, drama, creencias... todo esto y mucho más se da cita en EL ÁNGEL DE GROZNI. Y es que el ensayo que nos muestra esta reportera es algo que nos va a tocar mucho la conciencia. Creemos tener problemas, y no es cierto. No nos damos cuenta de la suerte que tenemos, de estar donde estamos, de no vivir lo que otros viven y por lo que mueren... Y sobre todo, la suerte de poder tener un día en paz detrás de otro, sin miedo a balas de francotiradores, a obuses desde tanques, a bombardeos desde aviones, a minas antipersonas, a cuchillos que sesgan vidas cortando cuellos...
Hay que advertir al lector que este es un libro muy duro. Va a poner de manifiesto muchísimas de las miserias humanas, muchísimas de las más viles y crueles bajezas que sólo lo animales razionales son capaces de hacer.
Asne Seierstad se ha jugado la vida por escribir EL ÁNGEL DE GROZNI, como cada día lo hace la gente en Chechenia al cruzar una calle, al llevar a sus hijos a precarios centro de educación, al ir a por el pan o a por alimentos... Vivir allí es una lotería donde al que le toca, pierde. Y el problema es que allí todos llevan números participantes.
La guerra no se acaba cuando se dicta un alto el fuego. En Occidente creemos que todo es muy simple, y así nos va. Perdemos criterio ante la realidad porque muchas veces vemos la realidad que queremos ver, o la que nos muestran. Somos partícipes del dolor sólo en parte, y por un tiempo limitado.
Eso lo va a solventar EL ÁNGEL DE GROZNI, porque a cada capítulo nuestra mente comprenderá, seguramente como no lo ha heho hasta ahora, la crueldad de lo que supone una guerra ya olvidada, pero no extinta. |
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