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El Afgano
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por Juan Carlos Eizaguirre
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El británico Frederick Forsyth es uno de los reyes que habitan el Olimpo de los escritores de intriga. Y lleva así desde los años 70, cuando este periodista saltó al panorama literario con obras, quizá ya clásicos del género, como Chacal, Odessa y Los Perros De La Guerra.
Tras sus estudios universitarios, convertirse en uno de los pilotos más jóvenes de la RAF y terminar de manera polémica su carrera como reportero de Reuters y la BBC (fue acusado de informar sesgadamente y hasta de inventar informaciones mientras cubría el conflicto de Biafra), Forsyth se lanza a la ficción pero con una premisa muy clara: utilizar las técnicas periodísticas que tan bien conoce para construir unas historias tan verosímiles que hagan preguntarse al lector si son reales.
Forsyth ha ambientado detalladamente sus novelas en temas de actualidad desde la huída de los fugitivos nazis tras la Segunda Guerra Mundial (en Odessa), hasta la Francia gaullista y el terrorismo de la OAS (Chacal), o la primera Guerra del Golfo (en El Puño De Dios); desde los años setenta hasta el siglo XXI donde con El Afgano se centra, ya por fin, en el terrorismo de Al Qaeda (que ya trataba de refilón en su anterior novela Vengador).
El Afgano arranca tras los atentados del 7–J en Londres e introduce al lector en un intrincado plan de los servicios secretos británicos y norteamericanos cuya finalidad es infiltrar un topo occidental, un británico nacido en Irak, en Al Qaeda, para desenmascarar futuros atentados. La preparación de tal operación y su desarrollo se sigue al detalle gracias a la pericia y la enorme documentación de su autor, que aún así sabe mantener el suspense y la tensión y dejar algunas concesiones a la espectacularidad.
La diferencia con otro gran maestro del género del espionaje, el también británico John Le Carré, es ciertamente palpable en esta novela qu,e por su trama, podría recordar a la monumental La Chica Del Tambor que narraba la preparación de un topo accidental que el Mossad preparaba para atrapar a un terrorista palestino. Pero dónde Le Carré se ocupaba de la delicada psíque de sus personajes, Forsyth apuesta por la verosimilitud de su trama y sus situaciones, mezcladas con hechos reales, quedando el interés narrativo, el estilo literario y los personajes en un segundo plano. A fin de cuentas, el estilo y la mentalidad periodística de Forsyth parecen mantenerse con los años.
Los personajes de El Afgano son recluidos en el Campamento Delta de Guantánamo y participaron en la cruel rebelión de la prisión de Mazar el Sharif. La posibilidad de que mucho más de lo que aparece en esta novela sea también real, queda a la opinión de cada uno. Lo que es evidente es que, sin ser la mejor novela de Forsyth, está historia contiene todos los ingredientes típicos de su autor y es un ejemplo de thriller atractivo que nos ofrece una cuidada y realista visión de uno de los demonios, fantasmagórico y pero terriblemente letal, del siglo XXI: Al Qaeda.
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