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Doctor En Irlanda
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por Juan Carlos Eizaguirre
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Se podría decir que nos encontramos ante una novela con el socorrido tema de un médico rural. En este caso dos médicos rurales: el viejo y experimentado doctor O`Reilly y el inexperto y juvenil doctor Barry Laverty. Pero no es una de tantas de esas novelas; y no lo es porque su autor, Patrick Taylor, es el verdadero protagonista de los acontecimientos que suceden donde se desarrollan los hechos, pues él nació en Irlanda del Norte y allí ejerció como médico rural unos años. Si a eso le añadimos que llevaba un pequeño diario de todo lo que le acontecía, tenemos confeccionado el cuerpo de la novela; una serie de sucesos reales vistos desde la distancia, en la tranquilidad de la isla de Bowen (Canadá), donde vive con su familia, siendo un eminente investigador médico.
Ya antes había escrito un par de libros sobre el “Problema” de Irlanda, no traducidos al Español, en plan serio. Y recientemente comenzó a publicar en una revista médica de humor sus andanzas de joven galeno rural en Irlanda. Tuvo éxito y, bien aconsejado, le animaron a escribir la presente novela. El asunto no quedó ahí; en la actualidad lleva escritas cuatro.
Pero metiéndonos ya en honduras, hay que decir que la obra es entretenida, resalta muchos valores humanos (como la amistad, el espíritu de servicio, el trabajo bien hecho, la honestidad y un largo etcétera). Además es divertida. Las historias, que se van enlazando una con otras formando una única trama son originales y están bien expuestas. Para lo que se ve hoy en el mercado del libro resulta todo demasiado bonito, tierno; los malos parecen seres de cartón piedra. Pero, ¡qué caramba!, me alegro de haber leído un libro así y que el autor haya tenido éxito y se haya traducido a otros idiomas. Ya está bien de violencia, esoterismo, terror, erotismo barato, lugares comunes por doquier.
Y digo todo esto sin alabar las dotes como escritor de Patrick Taylor. En este sentido me parece que nuestro hombre es una persona que se expresa con precisión y pulcritud que, incluso, sabe meter en las escenas a los lectores, pero le falta algo: no sé qué es. Una especie de falta de poderío, de ángel, para hacer vibrar al lector con sus historias ciertas. No sé. Quizá no esté el error en las formas sino en el contenido tan deleitable. Y mi paladar, tan estragado de novela de medio pelo, no lo sepa saborear.
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