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portada Dentro De Mí
Ficha del Libro:

Título: Dentro De Mí    comprar
Autor: Doris Lessing
Editorial: Destino
I.S.B.N.-10: 8423328333
I.S.B.N.-13: 9788423328338
Nº P´gs: 453


Dentro De Mí
por Antonio Ruiz Vega

  Primera parte de su densa autobiografía (en este libro explica cómo abordó este tema horrorizada por haberse enterado de que había nada menos que cinco biografías en marcha, algunas de ellas descaradamente indocumentadas, extremo este que le indigna y le hace perorar sobre la falta de seriedad e insolvencia de la intelectualidad contemporánea, algo impensable en otros tiempos), que comienza con una excursión histórica sobre sus antepasados (muchos de ellos, como ella dice deliciosamente, "poetas menores", que supieron compatibilizar vidas anónimas de modestos funcionarios con sus pujos y anhelos literarios). Viniendo de la Lessing, una mujer emblemática de la Izquierda europea, meditaciones como las de la página 27, son notables: Millones de personas se comportan actualmente como si se les hubiera hecho la promesa -¿quién? ¿cuándo?- de que la vida será más libre, más honesta, más cómoda, siempre mejor ¿Acaso la publicidad ha reafirmado tales expectativas en nuestro pensamiento? No obstante, nada en la historia sugiere que debamos esperar sino guerras, tiranos, enfermedad... A la Lessing la nacieron en Persia, de un matrimonio formado por un exmilitar, inválido de guerra y una enfermera a la que la contienda se había llevado a un médico, el gran amor de su vida, al que nunca olvidaría del todo. Alfred Cook Taylor, su padre, había sobrevivido milagrosamente a las trincheras de la Primera Guerra Mundial, donde su compañía fue eliminada varias veces hasta el último hombre. La Lessing mantiene que esta experiencia, la de la Gran Guerra, será fundamental para la evolución del siglo, estando en la raíz del nacimiento de los totalitarismos. La pérdida de fe en los gobiernos nace de los horrores de esta guerra. Por otra parte se pasma de la enorme mortalidad que provocó un sin fin de vidas no vividas y, sobre todo, frustró la vida de millones de mujeres que no pudieron ser esposas, madres, etc. Tampoco deja de destacar que la historia haya pasado como de puntillas sobre la epidemia de gripe que asola Europa en el 19-20 y que provoca casi tres veces más muertos que la propia Guerra. Hasta qué punto hemos olvidado el daño que la guerra causó a Europa, aunque vivamos todavía con él. ¿Quizás si no hubiera muerto `la flor de Europa´ (como se les solía denominar) y aquellos hijos y nietos hubieran nacido, no viviríamos ahora en Europa con semejante mediocridad, semejante confusión e incompetencia? Si lo miramos objetivamente, aquellos fue una "selección de los mejores" al revés, porque murieron los más valerosos, los físicamente más aptos, y los países cayeron en manos de los cobardes, los enfermos, los traidores. Esa fue la herencia de la Gran Guerra. El siglo comenzó lastrado. Su padre, profundamente amargado por la experiencia y arrastrando tras sí una pata de palo, tendrá que sufrir la ignominia de que unas damas bienpensantes le obsequien con una pluma blanca, símbolo de cobardía. Tratará de rehacer su vida en Kermanshash, trabajando en el Banco Imperial de Persia. Allí, en 1919, nace la autora, aunque pronto abandonarán el país rumbo a Inglaterra siguiendo una increíble ruta a través de la joven Unión Soviética, todavía sacudida por las secuelas de la guerra civil. Bandadas de niños huérfanos, los bezprisorniye, recorrían el país asaltando y matando. El larguísimo trayecto en ferrocarril les hace convivir con personajes insólitos mientras la madre tiene que esforzarse en cada estación para conseguir un poco de queso y pan duro. En una ocasión el tren parte sin ella y Doris se percata de la impotencia física de su padre, afortunadamente la madre consigue retomar el convoy tras dos días de ausencia. Una vez en Inglaterra la familia decide partir a Africa, donde se ofrecía terreno prácticamente gratis a los excombatientes. En Rodesia, explica, apenas había población nativa, ese es otro de los mitos actuales. Fue gracias a la plantación de nuevas especies, traídas por los ingleses, como el maíz sobre todo, que los menos de 250.000 nativos pasaran en menos de cincuenta años a casi veinte millones, y actualmente ronda los 30... En Rodesia pasará los años de su infancia en un entorno tropical que ni por un momento idealiza, aunque es evidente que la marcó. A la hora de ponerse a recordar la infancia, la autora trata de deshacerse de recuerdos impostados, que no son reales, que le han sido contados a posteriori. Por el contrario, sin idealizar nada, ella recuerda que, de bebé, veía a los adultos como seres monstruosos, deformes, y, sobre todo, malolientes. Inglaterra apestaba (Los olores de Inglaterra, los olores de la húmeda, oscura y desmañada Inglaterra, los olores de los ingleses, pág. 57), cosa que no hacía Persia, donde el propio ambiente diáfano lo limpiaba todo. Recuerda que el muladar donde los criados tiraban la basura estaba casi limpio, el sol y el aire lo desecaba todo. Esa sensación de limpieza y diafanidad de ambiente no volvió a asaltarla hasta que visitó, ya de adulta, Granada, en España. Para tratar de abismarse en su infancia la autora practicó, en los sesenta, algunas regresiones, ayudada por enteógenos: semillas de dondiego en una ocasión (en su caso sesenta o más) y en otra con mescalina. Estas experiencias provocaron, ante todo, una exacerbación de los sentidos y ella lo nota sobre todo en el sentido del gusto. Cuando tuvo la experiencia andaba en la cuarentena, y para entonces había perdido buena parte del sentido del gusto. Niños y adultos no viven en el mismo mundo sensorial (pág. 33). Su magdalena de Proust fue, en su caso, una tortilla (no española, sino inglesa, porque habla de huevo, mantequilla y hierbas). Cuando sus padres abandonan Inglaterra (hubo una cierta incompatibilidad con sus familiares ingleses), amén de hacer acopio de productos coloniales en Harrods y los almacenes de la Marina y el Ejército, se extrajeron toda la dentadura, aconsejados por el médico de cabecera y el dentista. Se consideraba entonces que los dientes eran la causa de numerosas enfermedades y que no habría buenos dentistas en Rodesia (lo que no era cierto). Esta salvaje automutilación era corriente en aquella época. Con prejuicios posteriores (valga la contradicción), la autora se interroga sobre si la posesión de sus padres en Rodesia "alteraba el medio ambiente". Concluye que no, que escasamente, los animales salvajes llegaban prácticamente a la linde de la explotación... Esta etapa de placidez, este ambiente donde comienza a leer y hasta a escribir, dura hasta 1949, cuando viaja a Londres, de donde ya no se moverá (salvo viajes ocasionales, claro), y donde comienza propiamente su vida intelectual y literaria, pero esa es otra historia. La continuación, plena de interés, en "Un Paseo Por La Sombra".
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