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Del Tiempo De Silencio Al Tiempo De La Palabra
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por Pedro M. Valenzuela
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Si de por sí la Historia la escriben los vencedores y sólo cuenta una parte interesada de lo que sucedió (convirtiéndose en un arma poderosa al utilizarse para argumentar decisiones tomadas partiendo de premisas erróneas pero asumidas como buenas), tenemos como resultado, además del desconocimiento generalizado, el lastre y la pervivencia de prejuicios arraigados en la mayoría de nosotros. Un ejemplo claro, fue lo que sucedió después de la II República con los logros políticos, civiles y legislativos que consiguió el movimiento feminista, avances que destacaban entre las restricciones asumidas de una sociedad patriarcal y que se vieron truncados con la posterior dictadura, cuyo ideal de mujer era ‘blanca, virginal, y cuyas prácticas sexuales eran permitidas exclusivamente dentro del matrimonio y con la única finalidad de la maternidad’, modelo exaltado especialmente por la iglesia católica y los discursos nacionalistas.
Si la guerra fue una tragedia y la represión una maldita consecuencia, peor fue la experiencia de ser mujer y ‘roja’, sufriendo vejaciones de todo tipo por acusaciones de sus actuaciones o de algún familiar cercano (sobre este tema, cada vez hay una más y mejor abundante bibliografía de los que quizás los ejemplos literarios más famosos sean LA VOZ DORMIDA y TRECE ROSAS ROJAS, además de estudios tan interesantes como ASÍ SOBREVIVIMOS AL HAMBRE de Lucía Prieto Borrego). El libro DEL TIEMPO DE SILENCIO AL TIEMPO DE LA PALABRA. MUJERES REPUBLICANAS DE JAÉN, ganador del primer premio ‘Políticas de Igualdad 2006’, es un claro ejemplo de lo importante que es para la recuperación de la Memoria Histórica, los estudios locales que partiendo de la documentación y recreación de casos concretos (testimonios e historia oral) sean capaces de extrapolar los resultados obtenidos, crear un sólido método de trabajo y reivindicar la relevancia usurpada durante tantos años a unas mujeres que en silencio tuvieron que sacar adelante a su familia renunciando a los logros conseguidos después de tantos años.
El estudio tiene como característica principal el desarrollarse en una zona eminentemente agrícola donde lo común era la existencia de un pequeño número de grandes propietarios y una gran masa de pequeños propietarios y jornaleros, donde lo normal era que la mujer se ocupara de su casa y trabajara en la recogida de la aceituna, la rebusca, haciendo el pez del trigo o cebada en la siega, recolectando otros productos como garbanzos o trabajando en las casas de los señoritos. Carmen Rueda Parras estructura la obra en dos partes, analiza el contexto histórico (sociedad, política, educación, trabajo…) y estudia los casos particulares de ocho mujeres republicanas que vivieron todo tipo de experiencias, como relata la navera Isabel Clavijo García, que ‘vendía, además de trabajar, tabaco de estraperlo que mi marido traía en el camión de Algeciras, y no me da nada decirlo porque con ocho pesetas que ganaba en Magisterio no podía vivir’. El libro publicado por el Instituto de Estudios Gienennes (con una labor encomiable en cuanto a ediciones que sirven para conocer mejor la historia de la provincia de Jaén) es una interesante, y ampliable en todos los sentidos, obra que combina el trabajo analítico con la parte comprometida que todos deberíamos tener; ya lo decía en Junio de 1937 Antonia Herrero Muñoz en el Frente Sur: ‘Vosotras camaradas de Jaén, debéis procurar que la alianza entre los trabajadores sea un hecho para que todo este fruto de nuestro magnífico suelo no se lo lleven los traidores’. |
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