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| Cuentos De Damas Fantásticas
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| por Antonio Ruiz Vega
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Curioso libro y curiosa editorial que, según parece, tan sólo se dedica a sacar, al menos en su colección Narrativa Breve, antologías de cuentos o narraciones breves. Cuentos sobre trenes, adulterios, de doctores y pacientes, de relaciones familiares, de guerra, etc.
A juzgar por este, que es el último aparecido, son ediciones muy cuidadas, ilustradas y con las típicas "orlas" o "cornisas" (en este caso de Silvia Bautista Ayats), detalles que ya no se ven en la edición contemporánea y por las que algunos sentimos debilidad.
Por la concordancia del título observamos que son las damas y no los cuentos los fantásticos. Lo que da unidad al tomo y explica la intención es el prólogo de Guillermo Samperio, interesante, donde se cita abundantemente a Jung y su teoría del animus/anima. Es una de las facetas del eterno femenino, la más oculta y misteriosa, la que coquetea con el más allá, la que ha servido de línea conductora para este libro donde se juntan en insólita yuxtaposición textos de Cunqueiro, la Rodoreda (uno de los mejores), Alfonso Sastre, Bioy Casares, Max Aub, y un largo etcétera.
Los cuentos están divididos en cuatro grandes bloques, CAUTIVADORAS, HECHICERAS, ENIGMATICAS y MARAVILLOSAS y, tal y como sugiere la pintura de Leonor Fini que ilustra la portada, hay aquí un amplio catálogo de ondinas y ninfas misteriosas e inquietantes.
El cuento de Cunqueiro, que ya conocíamos, "Auto de la mujer barbuda", donde el maestro se transporta a una de sus celtidades preferidas (la irlandesa en este caso), es genial como toda su obra y está tránsido de aromas de los Leabhar gaélicos, de donde ha tomado ambientes y dinastías.
Alfonso Sastre se las arregla, que ya es mérito, para aunar la magia simpática del vudú con una trama social y feminista, arremetiendo de pasada contra el mercadillo mediático de la New Age y sus fantasmas.
La Rodoreda trata, eso sí: muy correctamente, una casuística tan conocida como la del rey Midas y que viene a patentizarse en ese dicho que tanto le gusta repetir a García Calvo: "Cuando Dios quiere castigarnos hace que se cumplan nuestros deseos". La protagonista, en efecto, va dándose cuenta –primero con mil dudas y luego con certeza creciente– que todo aquello que desea se cumple. Y con frecuencia son deseos terribles, o al menos completamente inconvenientes, otras veces sencillamente estúpidos. Así que, alarmada, tiene que esforzarse por no pensar o desear nada, lo que la lleva a una incómoda vigilia.
Buen conjunto y preciosa edición. |
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