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Entre Limones
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por Sonia Rodríguez
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Qué se puede contar sobre una persona que es capaz de abandonar todas las comodidades de su casa en Inglaterra, para irse a vivir con su mujer a un cortijo perdido en medio de la sierra de Granada, a Las Alpujarras. Pues una historia con la que hemos soñado más de uno, dejar atrás el bullicio de la ciudad, el tráfico, el ruido, el gentío, etc. y trasladarnos a un pequeño paraíso en medio de la nada, abasteciéndonos con lo que dé la tierra y poco más, levantándonos cada mañana con el sonido de los pájaros, respirando aire limpio y con la naturaleza como escenario.
Aunque en esta vida color de rosa no debemos olvidar unos cuantos pequeños inconvenientes, como que el agua corriente no llegue a los grifos, que el río arrastre cada dos por tres el puente, único camino a tu casa, que las ovejas se te escapen a las montañas más de una vez y que el techo de vigas de tu dormitorio, se te caiga encima apolillado. Pero a nuestro protagonista, Chris, nada de eso parece importarle, está dispuesto, pase a lo que pase, a tomárselo todo con el mejor optimismo y de paso contagiárselo a su mujer, Ana, que con la paciencia del Santo Job, lo acompaña en todas sus locuras campestres.
Desde el primer día, Chris, intenta integrarse como un vecino más, respetando las costumbres y apuntándose a lo que haga falta, ya sea una venta de corderos en un mercado a las seis de la mañana o a la matanza de un cerdo, lo que hace que poco a poco le hagan un huequito entre ellos aceptándolo como uno más.
En tono de diario, el protagonista nos va relatando su día a día en ese maravilloso cortijo: El Valero, con sus aventuras y desventuras y haciendo gala de un gran humor. |
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