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| Dios Vuelve En Una Harley
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| por Carolina Palma
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Un libro fascinante donde los haya, una historia envolvente desde principio a fin que nos enseña lo más importante de la vida: preocuparnos y ocuparnos de nosotros mismos.
La protagonista de este libro, Christine, lleva tiempo acumulando desengaños amorosos, años de desencanto laboral y algo kilo de más que hace que todo le parezca de lo más sombrío, carente de emoción y sin sentido. Pero, ¿cómo ha llegado a esa situación? Fácil. Por olvidarse de ella misma y de todo lo bonito que puede ofrecerle la vida.
Sin embargo, todo cambia desde el momento que se cruza por su camino un milagro, su Dios, su ángel de la guarda, su guía espiritual, que le pone todas las cosas en su sitio, que le aporta la solución a sus problemas, precisamente porque la fuerza para resolverlos está en su interior.
¿Por qué penar por un desengaño amoroso y quedarnos anclados en el recuerdo de un pasado doloroso culpabilizándonos de lo sucedido? Es mejor quedarse con las experiencias buenas vividas y no centrar la vida en la necesidad imperiosa de estar con alguien a pesar de que eso signifique darlo todo sin medida, quedándonos relegados a un segundo plano, cuando en realidad no merece la pena por no ser la persona adecuada; porque si existe tu media naranja, tarde lo que tarde llegará, y si no está en tu destino, te tienes a ti, lo más bonito, lo más exclusivo, como la persona plena que por ti misma eres.
¿Por qué quejarse tanto del trabajo cuando siempre es posible sacarle un punto de vista distinto? Una actitud positiva hará que emprendamos cada día la labor con más energía, sabiendo que cualquiera que sea el trabajo que desempeños, siempre estaremos aportando algo, por pequeño que sea, a la evolución del hombre.
¿Por qué preocuparse en exceso por el peso y estar siempre pendiente de esa cosa tan inútil y deprimente como son las básculas? Siempre y cuando no esté en peligro tu propia salud por problemas graves de sobrepeso, es hermoso ver a una persona sana, con sus carnes, que mantenga una dieta sana y equilibrada, y que disfrute con cada bocado que precisamente, su trabajo, le permite llevarse a la boca.
La vida es precisamente para vivirla con moralidad e inteligencia, sin condicionamientos externos innecesarios y dañinos, aprendiendo a disfrutarla con todas las distintas posibilidades que nos ofrece. |
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