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| | | Enriqueta Martí: La Vampira De Barcelona | | | por Francisco Contreras Gil | | |
| | | La Ciudad Condal se vio convulsionada a principios del siglo XX tras la desaparición de niños y niñas. La Última, protagonizada por Teresita Guitart, destapó la naturaleza de las desapariciones de infates y el oscuro motivo que se escondia tras los secuestros: sus cuerpos servían como materia prima para un truculento mercado sobrenatural. El Raval, barrio multicultural en pleno siglo XXI, se encuentra desde entonces marcado por un nombre: Enriqueta Martí, "La Vampira de Barcelona. | | | | Teresita Guitar, de cinco años, jugaba y correteaba por la calle San Vicente junto a la desaparecida sala de baile La Paloma, en el barcelonés barrio del Raval. Repentinamente, una mujer corpulenta y desaliñada se abalanzó sobre ella y le atrapó con un viejo delantal.
Era la Última víctima de un rosario de extrañas desapariciones que estaban produciéndose en la Ciudad Condal. Decenas de niños y niñas estaban siendo raptados. En cualquier rincón de la urbe las gentes hablaban de ello y nadie parecía tener duda que los secuestros estaban relacionados con un extraño carruaje negro. La psicosis se apoderó de Barcelona.
Transcurridos diecisiete días, concretamente el 27 de febrero de 1912, una vecina de la barriada, Claudia Elías, pudo observar una cara infantil atemorizada asomándose por el sucio ventanuco de cristal de la vivienda sita en el número 29 de la antigua calle Ponent, actualmente llamada Joaquín Costa. Nunca antes había visto a aquella jovenzuela por la zona y, ante la sospecha de que se tratara de la niña desaparecida, acudí a la comisaría más cercana y puso en conocimiento de los guardias la visión del inocente rostro.
El guardia de asalto José Asens y el comandante jefe Juan Ribot Mendiola acudieron prestos al edificio ante las informaciones. En el inmueble residía desde 1909 una señora de vida extraña y oscura personalidad. Se sabía que había llegado a Barcelona con quince años y que su nombre era Enriqueta Martï.
Tras aporrear el viejo portón, una mujer de mirada desconfiada, pelo enmarañado y rostro demacrado abrió la puerta. Los agentes, con la excusa de realizar una inspección de sanidad, comenzaron un minucioso registro. Al entrar en una habitación que permanecía cerrada con llave quedaron atónitos. Localizaron ropas ensagrentadas, frascos repletos de sangre, cabelleras humanas, dientes, huesos y escondida, presa del terror y la angustia, la pequeña niña Teresita Guitart, maniatada y en un estado lamentable.
MACABRO DESCUBRIMIENTO
La noticia de la aparición de la joven generó una expectación sin igual. Los medios de comunicación encontraron un gran caso. Periódicos como ABC llegaron a abrir su ediciones con la imagen de la muchacha y escalofriantes titulares: "El caso de la secuestradora Enriqueta Martí" -titulaba uno de los rotativos-. La desaparición de la niña Teresita Guitart hizo recaer sobre ella sospechas terribles. Al registrar el piso aparecieron ropas de niños ensangrentadas.
Decenas de personas se agolparon junto a la entrada del edificio. Incluso el alcalde Joaquim Sostres decidió acudir a la calle Ponent para dirigir personalmente la investigación. Al mismo tiempo que el responsable gubernativo salía al balcón para mostrar a la niña a la multitud, por la puerta trasera de la vivienda, los guardias de asalto conducían a Enriqueta Martí a las dependencias policiales para ser interrogada. Más concretamente a la desaparecida cárcel de mujeres de Barcelona. El caso fue asignado al juez Fernando de Prat, y los primeros interrogatorios desvelaron una macabra realidad. Aquella mujer tenía un pasado oscuro. Su nombre se encontraba en los archivos policiales desde hacía varios años por su vinculación con la prostitución. Había trabajado durante cinco años como sirvienta para una aristócrata e ilustre familia catalana hasta que en 1920 decidió introducirse en el mundo comercial del sexo. No en vano, llega a montar un burdel en la calle Minerva donde, desgraciadamente, se dedicaba a comerciar sexualmente con niños y niñas en plena penuria económica.
Paralelamente a los interrorgatorios -donde se descubre la oscura y sucia vida de Enriqureta Martí- las fuerzas del orden hallan restos humanos durante sus rastreos en las viviendas que frecuentaba la mujer. Los macabros hallazgos se suceden. En cada uno de los domicilio a los que fueron acudiendo encontraron, siempre tapidos en las paredes, sacos de huesos. También escondidas en compartimentos secretos encontraron sustancias organicas que, tras ser analizadas en los laboratorios municipales, dictaminaron el origen humano, concretamete infantil, de las mismas.
| "La noticia de la aparición de la joven generó una expectación sin igual. Los medios de comunicación encontraron un gran caso." | |
EL LADO OSCURO DEL MISTERIO
"La Vampira de Barcelona", como la apodó la prensa, comenzó a confesar su modus operandi a las autoridades. Secuestraba a los niños en la Plaza del Prat e inmediaciones. Durante el día, observaba y escogía a sus víctimas. Seleccionaba a sus presas. Analizaba quién parecía más desamparado, quién era más introvertido y solitario. Y, posteriormente, contactaba con sus clientes en la puerta del Teatro Liceo. Los cocheros de los aristócratas hacían las veces de enlace con los acaudalados ciudadanos que verán cumplidos sus más lúgubres fantasias. Enriqueta Martí mantenía una doble vida para así pasar desapercibida y oculta de toda sospecha en el vecindario. Unía la miseria y la perversión: el mundo de los niños hambrientos y el mundo de los ricos que deseaban a los niños.
Los datos, que fueron poco a poco surgiendo, conmovieron a los responsables judiciales. Las manos huesudas de Martí preparaban unguentos y pócimas mágicas que supuestamente sanaban enfermedades como la tisis o la tuberculosis. Con un cuchillo desollador skiner cortaba los cuerpos y sacaba la manteca de los cadáveres. Extraía su sangre aún caliente la embotellaba e inlcuso arrancaba dientes, cabelleras y el tuétano de los huesos... Había establecido un mercado cuya mejor clientela se encontraba en las altas esferas sociales catalanas. Una cartera de clientes que no tenía precio.
El misterio aumentó más aún si cabe cuando se supo que -tras ser detenida y condenada a cadena perpetua y recluida en la cárcel de mujeres- alguien se coló en su domicilio con un único fin: apoderarse del libro donde figuraba los nombres y apellidos de los clientes asiduos con los encargos que tenía.
Su dramático final continua rodeado de silencio y misterio. Según reflejaron las crónicas intentó sucidarse hasta en dos ocasiones y finalmente apareció sin vida seguramente -como así afirman muchos cronistas- asesinada por sus propias compañeras de celda pagadas para que nunca hablara más de la cuenta.
Y la pregunta hoy, transcurrido un siglo, sigue siendo la misma: ¿la asesinaron para que no diera los nombres de aquellos que hicieron que el infierno se hiciera realidad en el barrio del Raval?
Lo Único cierto, como así se puede comprobar en los diferentes viajes que he realizado hasta Barcelona para poder investigar el caso, es que nadie parece querer recordar la obra y vida de Enriqueta Martí cuya leyenda y recuerdo tenebroso permanece vivo.
| "Había establecido un mercado cuya mejor clientela se encontraba en las altas esferas sociales catalanas. Una cartera de clientes que no tenía precio." | |
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| | | (c) Archivo Fotografíco: Francisco Contreras Gil. | | |
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