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China: La Emergencia De Emerger Ii
por Juan Carlos Eizaguirre

portada China: la Emergencia de Emerger II
LA FAMILIA CHINA TRADICIONAL ANTE EL FUTURO

La institución familiar ha sido siempre la base y fundamento de la estructura social en China. La familia tradicional estaba basada en el matrimonio, y en una serie de costumbres que articulaban la institución de una forma peculiarmente china. Muchas de esas costumbres y prácticas estaban reñidas con la modernidad. Un primer objetivo de la Revolución de 1949 fue eliminarlas en la nueva Constitución y en sucesivas leyes de la familia. Como todas las revoluciones, la de los comunistas chinos es una explosión que mueve montañas y allana valles; produce desastres de magnitud histórica, pero también arregla males que la historia no había corregido hasta entonces.

Se puede decir que las leyes sobre la familia después de 1949 consolidan en China las nociones occidentales de la familia y la dignidad de la persona, de raíz cristiana, aunque lleguen a China envueltas en ideología marxista y con un pedigrí ilustrado. También introducen las premisas ideológicas del marxismo y de la Ilustración.

Veamos algunas de las características menos positivas de la familia china tradicional y cómo las leyes de la familia en la República Popular China (RPC) han contribuido a una modernización.

El matrimonio en la China tradicional se hacía por acuerdo entre las familias, unas veces directamente, cuando se conocían bien, otras veces por un intermediario que buscaba que hubiera un equilibrio de bienes de fortuna y estatus entre las dos familias. En consecuencia, los novios no se trataban ni tenían mucho que decir en todo el proceso. Esto ha desaparecido. Con pocas excepciones, los jóvenes deciden si desean casarse, cuándo y con quién. Las viejas restricciones comunistas que requerían permiso de la unidad de trabajo van también desapareciendo. La idea de matrimonio por amor era bastante desconocida en la realidad de la China tradicional.

La mujer tenía un papel importante dentro de la familia, pero en la vida profesional, pública y política su papel era casi nulo. En la RPC la mujer tiene una igualdad de oportunidades fuera del hogar similar a la mujer en Occidente.

Una vez casada, la mujer pasa a formar parte de la familia del marido. En particular, la sujeción a la suegra ha sido una fuente considerable de sufrimiento para muchas mujeres chinas. Aunque esta es todavía una tendencia en la RPC, cada vez se dan más casos de matrimonios matrilocales, es decir de recién casados que van a vivir a la casa de los padres de la mujer y no a la de los padres del marido. Esto indica un cambio notable en la práctica tradicional.

La familia tradicional china ha sido siempre muy asimétrica. El padre y esposo era el centro de autoridad, mientras que la esposa debía estar sujeta al marido y a la familia del marido. A ese deber de fidelidad de la mujer no correspondía un deber recíproco del esposo. De hecho, la institución del concubinato (tener varias mujeres, una principal, y varias concubinas) era aceptada y practicada en familias pudientes. Las leyes de la RPC han reafirmado la igualdad del hombre y la mujer en el matrimonio y la ilegalidad del concubinato.

En la actualidad, la familia china está institucionalizada de acuerdo con normas legales similares a las de cualquier país occidental. La excepción la constituye la política draconiana de control de la natalidad, que da al Estado unas prerrogativas tiránicas sobre la familia.


"Los jóvenes deciden si desean casarse, cuándo y con quién. Las viejas restricciones comunistas que requerían permiso de la unidad de trabajo van también desapareciendo."



POLíTICA COACTIVA EN LA NATALIDAD

La “política del hijo único”, que entró en vigor en 1979, consiste en limitar el número de hijos por pareja a sólo uno utilizando los medios coactivos del Estado. Se trata con ello de reducir drásticamente el crecimiento de la población china, algo que el gobierno de la era de Deng Xiaoping y subsiguientes veían como algo sumamente necesario para el desarrollo económico del país.

La aplicación actual de esa política es de hecho muy diferente en las distintas provincias y distritos. No obstante, la línea oficial insiste en que las familias urbanas pueden tener un solo hijo, mientras que las familias rurales pueden tener hasta dos, si el primero es una hija o un inválido. La llegada de hijos adicionales trae consigo una considerable carga financiera para la familia, en forma de una especie de impuesto de responsabilidad social (una fuerte multa por no seguir la política gubernamental, que supone entre la mitad y diez veces el ingreso medio anual de la zona donde vive la familia), mayor coste en la atención médica, educación, etc.

La política es claramente coactiva, no solo por la presión monetaria en las familias que no la siguen, sino también por la presión moral que ejercen los comités locales, que a su vez están presionados por los funcionarios de control de la natalidad a nivel de condado o provincia. Hasta 2002 era legal incluso forzar físicamente a la madre para inducir un aborto o realizar una esterilización. Aunque la fuerza física está actualmente proscrita por ley, sigue siendo una realidad presente especialmente en los ambientes rurales.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Población ha venido financiando la política del hijo único durante décadas. Los EE.UU. retiraron su parte de financiación a ese fondo, considerando que la coacción que implica esa política no es compatible con los derechos humanos.


Biblioteca Del Viajero

Fuente: Aceprensa: 2008
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